Buenas relecturas para grandes reescrituras

Quizá sea ineludible volver a los clásicos, porque ahí está la tradición cultural de la que provenimos y que nos alumbra a lo largo de la vida como un poderoso foco. En esta temporada nos encontramos con cuatro libros que, iluminados por cuentos tradicionales, proyectan novedosas sombras.

Por Diana Bravo T.


 

Derivados de la tradición oral, los cuentos clásicos han acompañado y cobijado a las infancias durante generaciones. Somos muchos los que disfrutamos del Había una vez… y aprendimos sobre el valor del trabajo bien hecho gracias a Los tres cerditos o a cuidarnos de los extraños junto a Caperucita roja. Hay muchos ejemplos de enseñanzas que fueron inculcadas a fuego con cuentos clásicos, pero más allá de la moraleja, estaba el disfrute de una narración bien construida, sólida como la casita del cerdito más laborioso, que nos mantenía expectantes y cautivos. Esta característica la comparten varios títulos que seleccionamos para este nuevo número de nuestro boletín. Todas, reescrituras de cuentos clásicos que logran brillar con luz propia.

La escritora chilena Camila Valenzuela emprendió una labor de reescritura de cuentos tradicionales protagonizados por mujeres. Tras haber debutado en 2013 con el primer tomo de la saga Zahorí, publicó Nieve negra (Editorial SM, 2014), un relato que toma como fuente Blancanieves, el popular cuento difundido por los hermanos Grimm. Posteriormente, gracias a Libros del Pez Espiral, llega a nosotros Las durmientes (2018), inspirado en el clásico relato La bella durmiente, y más recientemente De bosque y cenizas (2021).

La protagonista de este último es una joven que pierde a su padre, su única familia, en el catastrófico terremoto de Chillán de 1939. Tras este evento, debe abandonar su hogar y amigos para vivir junto a un tío paterno que desconoce, en una casona de Talagante. Aquí el cruce que realiza la autora es clave, pues en esta ciudad, históricamente asociada a la brujería, la joven se aproxima al imaginario de las brujas, el cual solo intuye por su cercanía a la naturaleza en su Chillán natal. Siguiendo la estructura de los cuentos clásicos sobre brujas, se da a conocer más sobre las misteriosas vecinas de la protagonista, las cuales se reúnen en un bosque cercano a realizar rituales.

La referencia a La cenicienta es manifiesta: la joven huérfana es obligada por su tío a dedicarse a los quehaceres del hogar y a vivir en condiciones tan precarias que para entrar en calor debe dormir junto a las cenizas de la chimenea. A través del recurso del diario de vida, logramos adentrarnos en la psicología del personaje y es ahí donde radica la potencia del relato. Acá no hay príncipes que rescatan ni hadas madrinas que cumplen deseos, sino que asistimos a la fortaleza de una joven mujer que encuentra inspiración y amparo en otras mujeres como ella. De manera adyacente, surgen otros temas para la reflexión: el especismo, la violencia de género, la escritura como dispositivo para (re)construir identidad o el poder del lenguaje en tanto instrumento de subjetividad, varias veces recalcado por la protagonista (el lenguaje propio, el del padre, el del tío).

Otra joven que enfrenta adversidades es la protagonista de La giganta, de la escritora e ilustradora sueca Anna Höglund (Ediciones Ekaré, 2022), quien se inspiró en un relato infantil de la también sueca Elsa Beskow (1874 – 1953) para construir un relato abundante en símbolos que permite ser explorado desde diferentes perspectivas. Una giganta que petrifica todo lo vivo con su mirada, siembra el terror en el pueblo. En una isla cercana, un caballero deja sola a su hija para ir al rescate. La niña queda a la espera, pero pasan los días sin tener noticias, por lo que decide acudir en ayuda del padre. Armada con un espejo y un cuchillo, se enfrenta a la oscura noche, al profundo mar y al inconmensurable bosque, donde encuentra apoyo de una cosedora de paraguas, quien la acoge y le da un nuevo objeto esencial para enfrentarse a la giganta. En esta reescritura, es la pequeña niña quien cuenta con la astucia y valentía para salvar la situación, emprendiendo un viaje del héroe o heroína. Si observamos con cuidado las vestimentas y objetos, veremos que las bellísimas ilustraciones nos van dejando información clave para ampliar el relato.

Un libro mucho más oscuro es La noche de la huida (Ediciones Ekaré, 2021), del escritor mexicano Adolfo Córdova, con ilustraciones de Carmen Segovia. La angustia que genera este libro es por la incertidumbre en que nos sumerge el relato y la enorme oscuridad visual de la ilustración. La protagonista corre solitaria por el bosque en una noche cerrada. Un peligro que desconocemos la acecha y sentimos con ella el desamparo. La niña —que bien podría ser una Blancanieves que huye del cazador—, atraviesa la lluvia con un miedo paralizante, hasta encontrar cobijo en una cabaña que nos puede resultar bastante conocida: siete puestos en la mesa, siete pequeñas camitas de las cuales la niña elige la más grande para descansar y soñar con otros bosques, ojalá, más auspiciosos. Uno de los elementos más destacables de este relato es que apela a la universalidad de la experiencia de la protagonista, la huida como un tópico literario a la vez que experiencia real y actual de muchas infancias marcadas por guerras, migraciones, abandono.

El último libro para revisar es el que tiene el tono más juguetón. Beso de buenas noches (Claraboya, 2020) con texto de Andrés Kalawski e ilustrado por Joaquín Cociña, visita al clásico relato La princesa y el sapo realizando una ingeniosa adaptación. Lejos del trasfondo moralizante de su original, Beso de buenas noches es puro juego. La joven princesa descubre el poder transformador de sus besos sobre personas y cosas, por lo que desde el primer momento se olvida del príncipe para lanzarse a descubrir el mundo que puede crear con cada nuevo ósculo: una piedra que se transforma en pez, un caballo en mariposa o la comida mala en comida rica. Las ilustraciones están en conexión con el juego al recrear el dibujo infantil a lápiz mina con pintura que se desborda en un caos de gran belleza. ¿Cómo termina este cuento? Algo podemos intuir desde el principio, ya que su estructura circular nos es anunciada desde las guardas. Un relato cíclico como parecen ser los mismos cuentos, que nacen para que cada generación se los apropie y los devuelva al mundo convertidos en otros cuentos.

Este artículo fue publicado en agosto de 2022 en el boletín n° 11 del comité de valoración de libros Troquel.

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