“Fuerte, suave, murmurado”: Un gustito de sinestesia

Una dupla de jóvenes ucranianos rompen las barreras del lenguaje para que hablemos del mismo mundo solo con sonidos impresos en papel.

Por Cristian Salinas R.

Dan ganas de gritar eufóricamente por lo bien trabajado que está este libro. Pero me parece más adecuado dejarlo por escrito. Barbara Fiore Editora se luce con una exquisita factura, de impecable impresión y materialidad. La textura de su exterior, la tipografía, el cuño y su peso son promesas de que sus páginas interiores estarán a la altura del impacto visual logrado a primera vista.

La autoría es de Romana Romanyshyn (34) y Andriy Lesiv (34), artistas ucranianos fundadores del estudio gráfico Agrafka. Trabajan en conjunto con otros artistas y también desarrollan sus propias ideas íntegramente desde el origen hasta su forma final, con especial cuidado en cada detalle de sus obras. Gran parte de su trabajo no ha sido traducido del ucraniano, pero en todos ellos se nota el compromiso por lograr una línea gráfica coherente dentro de la historia, capaz de traspasar la barrera del lenguaje por medio de su expresividad y afán infográfico. Estas características los han llevado a ganar el premio de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia en dos oportunidades, el 2014 en la categoría ópera prima con La niña que contaba (Limonero, 2015) y este año en la categoría no ficción con los libros Fuerte, suave, murmurado (BFE, 2018) y Yo veo, hasta ahora publicado solo en ucraniano por la editorial Starylev.

Fuerte, suave, murmurado es un libro sobre el sonido, que entrega información científica a través de datos precisos y concisos, pero planteando preguntas al lector que lo obligan a ir más allá. A través del grosor del trazo, su agudeza y sinuosidad, logra hacer que cada página vibre y emita un sonido único. Al avanzar en la lectura, cada sección va descomponiendo al objeto de estudio, detectando sus diferentes elementos –como los órganos auditivos o el origen de los sonidos–, definiendo la intensidad, la frecuencia, tipos de voces, su importancia en el lenguaje y presencia en la vida. Para lograr esto con efectividad los autores se apoyan en una acotada, pero muy intensa y expresiva paleta de colores, que al trenzarse con las formas e ilustraciones logra gritar, hablar o susurrar como se esperaba que hiciera. Cada página está cargada de detalles, llena de figuras o casi en blanco. Los textos y onomatopeyas están exactamente donde deben estar, para acelerar el paso, cultivar el dato curioso o tan solo darse una pausa.

Los autores recogen su inspiración del arte abstracto y expresionista del ruso Vasili Kandinsky, conocido por el uso de formas geométricas, colores y saturación. Ellos hacen palpable este homenaje en el diseño general, especialmente cuando superponen zigzags, ondas, puntos y cuadros que generan vibraciones visuales con cada choque de color, o cuando reproducen un sonido envolvente con el peso visual en la apertura de cada página. Sus esfuerzos de representación inevitablemente dan un empujón hacia la sinestesia.

Pero lo que más llama la atención de este libro no es su información, uso del color y formas, sino la inteligencia con la que pasa del forte al piano y luego al pianissimo, dividiendo la obra en tres partes.  Mientras el primer movimiento evidencia un universo de sonidos –que vienen de todas partes y cada uno compite por su lugar–, el segundo baja su intensidad, disminuye la cantidad de instrumentos y se abre camino a la comunicación. En esta sección los sonidos son suaves, ellos hablan y lo hacen en lenguas o con la ayuda de gestos. Y cuando se empieza a confundir el ritmo, llega con excepcional elegancia el tercer movimiento, un pianissimo que ecualiza todos los niveles y estabiliza una frecuencia cargada de intimidad, para que el lector se deje llevar por este nuevo fluir y descubra que el sonido no es la única forma de comunicarse y conectarse.

Para refrescar todo y desde el conocimiento empezar de nuevo, enfocándose en cosas más esenciales o trascendentales, también está presente el silencio, que llevará al lector hacia algo tan íntimo como su experiencia, concepción y anhelos. Así, sus autores harán del sonido, en todas sus expresiones, un misterio que se va presentando como la inevitable fuerza de la naturaleza que es.

Como mencionaba anteriormente, este libro es parte de un dúo. Para hacerse cargo del tema del sonido y algunos asuntos colindantes, su hermano Yo veo promete abarcar lo relacionado con el mundo visual. Lamentablemente, aún no hay información de su edición al español, pero se puede presumir que, de ser fiel a la dedicación presente en su hermano, será un trabajo de gran calidad. En consuelo, mientras dura la espera, tenemos Fuerte, suave, murmurado para deleitarnos con un exquisito trabajo gráfico y editorial, lleno de asombro y emociones, que es, definitivamente, música para nuestros oídos.

Esta reseña fue publicada en agosto de 2018 en el boletín n°7 del comité de valoración de libros Troquel.

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