Para leer a Armando Uribe

Publicado por Ekaré Sur en el 2020, Idéntico a mi verso es una delicada selección de la vasta obra del prolífico poeta chileno Armando Uribe. Acompañados por las ilustraciones de su hijo Pedro, estos versos nos enseñan que la poesía puede ser cualquier cosa y que puede, incluso, confundirse con la lesera.

Por Juan Morel R.


 

Con bastante frecuencia en este comité ­—compuesto por un montón de adultos conversando sobre cuáles son los mejores libros para niños, niñas y jóvenes— uno se topa con ediciones que, sin menospreciar nuestras propias lecturas infantiles, nos hacen decir con frecuencia: ¡ojalá hubiera tenido yo este libro cuando niño! Pues bien, Idéntico a mi verso (Ekaré Sur, 2020), una antología de Armando Uribe para jóvenes lectores, me generó un efecto parecido, aunque relativamente contrario. Al leerlo, pensé en la suerte que tuve de toparme sus poemas cuando yo era todavía un adolescente. Y recordé, reviví o simplemente reinventé, lo que me generaron esos versos cuando los leí por primera vez.

Antes de conocer sus poemas, lo había visto en una entrevista por televisión. En ese entonces, mi método era ver a algún poeta en el programa La belleza de pensar  y partir a leerlo al único libro de poesía que tenía, y que, para este propósito, era bastante útil: una antología de poesía chilena contemporánea publicada por la Editorial Andrés Bello, en 1984.

Mis conocimientos sobre este género eran una mezcla entre lo que enseñaban en el colegio —más enfocado en los ensayos de PSU que en enseñar a leerlos realmente— y lo que aprendía viendo a los entrevistados que aparecían aleatoriamente en el programa conducido por Cristián Warnken. No sabía nada de Nicanor Parra, aquel poeta que poco antes que Uribe andaba bajando a los poetas del Olimpo y llevando el habla popular a un género que se caracterizaba por una forma de hablar densa, profunda y no necesariamente cotidiana. Uribe también escribía de forma simple, común, pero no por eso menos poética y profunda, y eso me sorprendió.

Pero leer a Armando Uribe no es solo conocer su poesía, sino también su persona y su carácter. El título de esta antología resalta precisamente esa relación entre el poeta y su obra, e invita, directa o indirectamente, a ese encuentro de los jóvenes con ambos. “Bien hecha, la pregunta. Yo, con terno, / peinado y con cara de espectro, / contesto: soy idéntico a mi verso”.

Cada poema está acompañado de un dibujo de Pedro Uribe, hijo del poeta. Hay ilustraciones, hay colores, hay letras de distintos tamaños y lo primero que leemos, antes de que comience el libro, es el siguiente verso: “Quisiera que esto fuera poesía y no lesera”. Así, desde la primera página, sabemos que este no es el lugar de esa solemnidad que a veces se le atribuye, con y sin razón, a la poesía. No es necesario haber leído a Parra ni a William Carlos William para saber de antemano que la poesía puede ser cualquier cosa, que puede confundirse perfectamente con la lesera, y esta antología es un buen ejemplo de aquello. En sus páginas, el lector no se enfrentará a poemas crípticos que deberá descifrar en alternativas tipo prueba estandarizada: ¿es el hablante lírico un poeta o un leso? No importa en lo absoluto.

Idéntico a mi verso (Ekaré Sur, 2020)

 

La tipografía, las ilustraciones, los colores ayudan a reforzar este mensaje, a recordarnos que la poesía es más juego que estatua, es más la posibilidad de desafiar significados que de obedecerlos. Para eso no hay que ser necesariamente hermético, basta con decir las cosas de forma lúdica, cotidiana, con estilo: “¿Querrás morir? Querré. / ¿Morirás? Moriré. / ¿Mirarás a las gentes horribles? / ¡No más!”.

La elección de los poemas está pensada explícitamente para jóvenes lectores y se agrupan en distintas temáticas que reúnen poemas de todas las épocas del autor, desde la juventud a la vejez: Yo, Mirar, Leer, Caminar, Querer, Doler, Desesperar, Rabiar, Morir, Escribir. Acciones que, aparentemente, don Armando Uribe no dejó de hacer nunca con el mismo carácter y con la misma capacidad de transformar esa experiencia en poesía.

Sin duda, esta es una antología que puede lograr el objetivo de hacer que jóvenes lean a Uribe. Además, es perfectamente esperable que, junto con leer los poemas, el lector busque quién es esta persona que además de poeta (oficio no tan pragmático) fue un abogado especializado en Derecho Minero (profesión bastante pragmática). Es esperable —y también deseable— que el lector se tope con sus entrevistas en algún medio escrito o televisivo para conocer más en profundidad a este personaje que es idéntico e igual de interesante que sus versos.

Este libro puede mostrarnos el valor de la poesía de Uribe. Pero, además, de la mano de las nuevas tecnologías, puede invitar al lector juvenil a buscar después su nombre, ese nombre que es Armando Uribe, toparse con él y escucharlo, como quien pasa por la calle o la vida y se encuentra con un poeta que dice: “Atención, tú que pasas. / Tú que pasas entiéndeme o atiéndeme. / Yo fui también uno que pasa”.

Esta reseña fue publicada en agosto de 2022 en el boletín n° 11 del comité de valoración de libros Troquel.

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Troquel

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